miércoles, noviembre 13

Crisis en la frontera sur de México: Civiles obligados a ser escudos humanos en enfrentamientos de cárteles

En su informe de este miércoles, Jaime Calderón, obispo emérito de la Diócesis de Tapachula, condenó la alarmante situación que se vive en las montañas fronterizas entre México y Guatemala, donde casi 600 personas buscaron refugio en territorio guatemalteco para escapar de la violencia. En medio de la crisis, la población civil se vio obligada a actuar como escudos humanos en enfrentamientos entre grupos del crimen organizado que competían por el control de la región.

Calderón describió cómo los residentes de la región ya estaban expuestos a condiciones terribles: las comunidades eran secuestradas de sus propios hogares, obligadas a pagar extorsiones y enfrentadas a controles de carreteras por parte de delincuentes. Sin embargo, recientemente ha habido una mayor presión para intimidarlos, amenazarlos y obligarlos a actuar como escudos humanos en enfrentamientos entre cárteles de la droga.

Dichos incidentes tuvieron lugar los días 20 y 22 de julio, aunque no se dieron a conocer detalles específicos sobre las comunidades afectadas.

El presidente guatemalteco, Bernardo Arévalo, confirmó el miércoles la llegada de familias de refugiados mexicanos que huyen de la violencia, y al menos 580 personas en Guatemala reciben asistencia, entre niños, mujeres, hombres y ancianos.

Estas familias llegaron a diversos puntos del municipio de Cuilco, en el cantón de Huehuetenango, a partir del 23 de julio, un día después de los hechos descritos por el obispo Calderón.

Aunque las autoridades mexicanas no han emitido un comunicado al respecto, los desplazados han informado a las autoridades guatemaltecas que abandonaron sus hogares debido a la escasez de alimentos y la violencia de grupos del crimen organizado.

La lucha entre el Cartel de Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación por el control de las rutas de tráfico de migrantes, drogas y armas en Chiapas ha contribuido al aumento de la violencia en la región, utilizando los conflictos locales para dividir a las comunidades.

Según Calderón, la presencia de militares y de la Guardia Nacional Mexicana en la zona no fue suficiente para proteger a la población, pues dijo que se les ordenó no intervenir. Mientras tanto, los cárteles luchan por el silencio, amenazando a la población con no revelar lo que están viviendo.

Ante esta situación crítica, el obispo llamó a la comunidad a alzar la voz, unirse y enfrentarse a los criminales que intentan crear miedo y división. El éxodo de la población de Chiapas ha aumentado en los últimos meses, con miles de personas huyendo de sus hogares debido a la escalada de violencia, generando una crisis humanitaria sin precedentes en la región.