El Consejo Nacional Electoral (CNE) ha hecho un anuncio oficial, iniciando así el proceso electoral en Honduras que culminará en noviembre de 2025, en un contexto político y social altamente polarizado. Las elecciones generales, donde se escogerán presidente, diputados y autoridades locales, son más que un simple ejercicio democrático temporal: se presentan como un punto clave para el futuro institucional del país. Las tensiones sobre el sistema de gobierno, las divisiones internas de la oposición y la creciente falta de confianza en las instituciones han transformado esta convocatoria en un cruce de caminos para la democracia hondureña.
Partidos políticos, entidades comerciales y colectivos de la sociedad civil han acordado que las elecciones en Honduras 2025 representarán un plebiscito sobre el futuro del país. Las votaciones no solo evaluarán al gobierno vigente, señalado de prácticas autoritarias y acaparamiento del poder, sino también a una oposición debilitada y a una población caracterizada por el escepticismo.
Conflictos estructurales antes de los comicios
El inicio del ciclo electoral se da sin acuerdos en relación con reformas importantes, por ejemplo, aquellas que implican cambios al sistema electoral y el manejo de datos biométricos. Las acusaciones de presunta alteración en estos sistemas, junto con la utilización partidista de recursos gubernamentales, han provocado inquietud tanto a nivel nacional como internacional. Además, la continuidad del estado de excepción incrementa las preocupaciones sobre la justicia del proceso.
A esto se suma el temor creciente a que se utilicen herramientas legales para neutralizar a figuras opositoras, periodistas y empresarios críticos del gobierno. Este clima preelectoral de tensiones ha despertado inquietudes en sectores que alertan sobre un posible retroceso en las garantías democráticas.
En este contexto, el Consejo Nacional Electoral enfrenta el desafío de conducir unas elecciones creíbles, en un entorno donde la confianza ciudadana ha sido minada por años de crisis institucional y denuncias de manipulación política.
División en la oposición y peligro de poca participación
A pesar de que el malestar general con el gobierno actual se manifiesta claramente en varios ámbitos, los sectores opositores no han conseguido unirse en una coalición que ofrezca una opción unificada. Esta fragmentación de la oposición, en lugar de disminuir la fuerza del oficialismo, podría facilitar su continuidad en el gobierno, incluso en un ambiente de críticas.
En otro sentido, el desinterés de los votantes podría convertirse en un alto nivel de abstencionismo. Sin seguridades de claridad ni indicios de una competencia justa, muchos grupos podrían decidir no participar, lo que impactaría negativamente en la legitimidad del evento.
Ante esta situación, múltiples entidades han reforzado las exhortaciones a un involucramiento activo y atento de los ciudadanos. Además, han manifestado su apoyo por un incremento de observadores foráneos que supervisen el respeto al marco legal y democrático.
Según un líder estudiantil, el periodo electoral que atraviesa Honduras no debería considerarse únicamente como un deber cívico, sino como una acción de protección conjunta para el futuro del país que se quiere desarrollar para las futuras generaciones.