sábado, junio 14

Elecciones Honduras: ¿puede la oposición formar un frente común?

En el contexto político de Honduras, las elecciones generales de noviembre de 2025 se perfilan como un momento decisivo para el futuro del sistema democrático del país. Diversos analistas, líderes opositores y sectores de la sociedad civil han señalado que la falta de unidad entre las fuerzas opositoras podría permitir que el partido Libertad y Refundación (LIBRE) consolide su posición dominante en el poder. Esta situación genera preocupación sobre la posibilidad de que el país adopte un modelo político similar al de otras naciones latinoamericanas donde la concentración de poder ha limitado los contrapesos institucionales.

El panorama político está caracterizado por un entorno lleno de tensiones, donde la extensión del estado de excepción, el control sobre organismos importantes como el Consejo Nacional Electoral (CNE) y la aprobación de leyes bajo circunstancias poco claras han alimentado la percepción de un posible deterioro institucional. A esto se añaden las recientes manifestaciones opositoras y las advertencias internacionales sobre la importancia de mantener la integridad del proceso democrático. El país se encuentra, en consecuencia, en una situación crítica en la que la habilidad de la oposición para formar una estrategia unificada será clave para el equilibrio de poderes.

El peligro de una desunión entre los opositores y el fortalecimiento de LIBRE

La dispersión dentro de la oposición en Honduras es uno de los retos más significativos para aquellos que desean evitar que el poder se concentre en LIBRE. En el Congreso Nacional, la composición de poder ha cambiado a raíz de la salida de miembros influyentes como Jorge Cálix, complicando la formación de mayorías y exponiendo la debilidad de los acuerdos parlamentarios. En la actualidad, el Partido Nacional tiene 43 legisladores, LIBRE posee 41, el Partido Liberal cuenta con 35, y el resto está dividido entre pequeños partidos e independientes, lo que exige negociaciones constantes para aprobar propuestas importantes.

LIBRE, por otro lado, ha intentado fortalecer su dominio institucional, buscando liderar el CNE durante el proceso electoral y manteniendo su influencia en la Corte Suprema de Justicia. Este deseo de control ha sido rechazado por los partidos de oposición, quienes perciben en esto un peligro para la transparencia y la legitimidad de las elecciones. Asimismo, la continuidad de la ministra de Defensa, Rixi Moncada, como precandidata presidencial sin dejar su puesto, ha suscitado cuestionamientos éticos y se ha interpretado como un indicio del deseo de continuidad del partido gobernante.

La apuesta por una mega alianza y el futuro democrático

Ante esta situación, varias opiniones han sugerido que la única opción efectiva para detener el progreso de LIBRE es la creación de una gran coalición opositora. Esta alianza debería incluir a personas como Salvador Nasralla, sectores del Partido Nacional, liberales moderados, nuevos movimientos y líderes independientes. El propósito sería restaurar el orden constitucional, detener el avance de corrientes populistas, revitalizar la economía y unificar al país con una agenda de unidad nacional.

No obstante, el desarrollo de esta coalición se enfrenta a retos originados por la desconfianza, los intereses individuales y el pasado de divisiones internas. La ausencia de coordinación puede transformarse en un error crucial que facilite el fortalecimiento de un modelo de partido único y la reducción de los equilibrios democráticos. Con las elecciones fijadas para el 30 de noviembre de 2025, el tiempo para organizar una respuesta eficaz es limitado y el riesgo de un retroceso institucional es visto como palpable por diversos sectores de la sociedad hondureña.